Instituto de Entrenamiento en Pareja y Familia A.C.

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Cuando el Alma se cansa

Escribe: Mtra. Gabriela Garmendia Márquez

Terapeuta Familiar y de Pareja

Así como el cuerpo se desgasta, así como los órganos envejecen, así se cansa el alma.

Un alma se cansa cuando de pronto ha perdido su camino, cuando la ruta trazada se ha diluido y seguir por el mismo sendero ha perdido sentido.

Un alma se cansa cuando ha tenido que despedirse tantas veces de los seres amados que le han acompañado que de pronto se siente viajando sola y el caminar se hace más pesado.

Un alma se cansa cuando pierde la esperanza y deja de esperar aquello que tanto anhelaba. Cuando de pronto se queda quieta y deja de vibrar nerviosa y entusiasmada por descubrir que le depara el mañana.

Un alma se cansa cuando deja de asombrarse por las maravillas que la rodean, porque su mirada se ha detenido en lo que falta, en lo perdido, en lo que busca y busca no encuentra.

Un alma se cansa, se arruga, camina lento y envejece cuando en medio de su viaje deja de mirar hacia arriba para conectarse con Dios y recuperar su fuerza, cuando se le olvida mirar de frente para encontrar la razón, el para qué de su existencia y cuando deja de mirar hacia abajo para darse cuenta de la gran influencia, de la huella que han dejado y dejarán sus pasos y cada una de sus decisiones.

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